15.1.04
CASA TOMADA
Anoche el aire acondicionado hacía un ruido insufrible (anteanoche había pasado lo mismo y por eso venía yo descansando muy mal). Harta, fastidiada, decidí levantarme de la cama y elegí no dormir por el calor, y no otra vez a causa del molesto ruido del aire, pero descubrí con espanto que el ruido molesto provenía de una bolsa de papel madera ubicada en un rincón entre la biblioteca y la pared. Parecía que algún "animalito" se hubiera metido allí dentro o estuviera al costado de la bolsa haciendo ruido contra ella.
Decidí salir inmediatamente de mi habitación. Miré el reloj: las dos de la mañana. Otra noche más sin descansar bien. Cerré las dos puertas de mi cuarto para que el desconocido no tomara el resto de la casa y dormí en otra habitación. Me dormí a las 6.
Esta mañana decidí hacerle frente, no quería matarlo. Ya me lo había propuesto: "de ser mamífero, lo persuado de salir, o le pido a un tercero que se encargue del trabajo sucio".
Mi temor era más a un murciélago que volara en círculo desesperado por el techo. De última, un ratón no va a subirse al banquito en el que yo estaría subida ...
De todos modos, para defensa personal - únicamente - me armé con un escobillón y avancé decidida. Abrí la puerta y me dirigí hacia la bolsa: nada ...
A esta altura había decidido subir al banquito, podía estar en cualquier lugar - ya se había hecho de la pieza. Entonces la vi, cerca de la puerta, pobrecita, moribunda, indefensa e inofensiva: era una langosta, verde, que ahora descansa en paz en el balcón de mi casa.
Decidí salir inmediatamente de mi habitación. Miré el reloj: las dos de la mañana. Otra noche más sin descansar bien. Cerré las dos puertas de mi cuarto para que el desconocido no tomara el resto de la casa y dormí en otra habitación. Me dormí a las 6.
Esta mañana decidí hacerle frente, no quería matarlo. Ya me lo había propuesto: "de ser mamífero, lo persuado de salir, o le pido a un tercero que se encargue del trabajo sucio".
Mi temor era más a un murciélago que volara en círculo desesperado por el techo. De última, un ratón no va a subirse al banquito en el que yo estaría subida ...
De todos modos, para defensa personal - únicamente - me armé con un escobillón y avancé decidida. Abrí la puerta y me dirigí hacia la bolsa: nada ...
A esta altura había decidido subir al banquito, podía estar en cualquier lugar - ya se había hecho de la pieza. Entonces la vi, cerca de la puerta, pobrecita, moribunda, indefensa e inofensiva: era una langosta, verde, que ahora descansa en paz en el balcón de mi casa.
Comments:
Publicar un comentario